Algunas ideas forman de a poquito en nuestra mente, como el polvillo, cuando se acumula sobre los muebles y ya no podemos ignorarlo. Otras, llegan de golpe.
El despertador sonó a las 8.45. Me levanté para preparar el desayuno. Caminando hacia la cocina, hice el ejercicio mental que hago todos los días apenas me levanto, que me ubica en espacio y tiempo y aunque va variando, es más o menos así: son las 10 am, es sábado a la mañana, en casa están todos bien, no tengo mensajes ni mails de trabajo, ayer viernes vencía el impuesto inmobiliario y lo pagué, mandé el mail a seguridad social, faltan dos días para el psicofísico del carnet y ya está anotado en la agenda. Recién ahí siento los hombros relajados. Voy al teléfono y rechequeo whatsapp, gmail, notificaciones de instagram. No hay nada. Decido poner música. Unos segundos después, mientras enjuago con cuidado el mate para no salpicar de verde la bacha blanca e impoluta del departamento recién alquilado, suena Bohemian Rapsody.
Mama, just killed a man
put a gun against his head
pulled my trigger, now he’s dead
¿Está Freddy hablando de salir del clóset?
Creo que todos tenemos algo que tiene que salir del clóset. Se puede tomar prestada esta frase para cualquier cambio, movimiento interno o externo que nos obligue a dejar atrás una versión de nosotros mismos y a hacernos cargo de una nueva. Como Freddy, matando a nuestro yo antiguo y empezando a ser uno nuevo.
Wikipedia dice que salir del armario, del clóset o del placard «son modismos que, aplicados a las personas, significan declarar voluntaria y públicamente su homosexualidad». Funciona como analogía de algo escondido, a la vez que grafica la sensación de encierro y oscuridad de quienes esconden su orientación y «saca a la luz» un aspecto de la vida que hasta el momento, estaba escondido. También dice que se extendió a otros colectivos o minorías: ateos, en una comunidad creyente, por ejemplo, o disidentes de partidos políticos mayoritarios.
En mi caso, es la estructura – una mezcla resultante de muchas cosas, pero que puedo resumir en tres: nací con ascendente y sol en Capricornio, tuve una educación exigente y estudié abogacía – la que pide a gritos romper las puertas del clóset. La estructura funciona como ilusión de control: son las 10 de la mañana de un sábado, todos están bien y tilde tilde tilde. Nada puede salir mal, nada malo puede pasar. Y aunque por experiencias propias y ajenas sabemos que eso no es real, que las cosas pasan igual y cuando tienen que pasar, mucho más allá de nuestra listita y de nuestro deseo, reincidimos. Pero ojo: esa estructura que nos hace creer protegidos de las cosas malas que pudiesen pasar, también nos «protege» de las buenas. Nos deja inmóviles, quietos, cautos, a salvo, lejos de los extremos. Vivos, pero en punto muerto.
